Esther Tusquets
Esther Tusquets " La cojo entre mis brazos, bien envuelta en la piel, y la subo casi en vilo hasta el dormitorio, y ella apoya la cabeza en mi hombro, pasa su brazo en torno a mi cintura, ronronea palabras sin sentido —tal vez sea el idioma de las hadas o el de los gatos—, y yo sucumbo bajo una avalancha brutal de ternura que me corta el aliento y me para el corazón, porque el amor es ciertamente terrible como un ejército en marcha, y cruel como la muerte es la ternura, y empiezo a musitar también yo palabras muy extrañas, palabras que tampoco tienen sentido y que pertenecen a un idioma no aprendido, y recuerdo que ya me pasó otra vez con Clara algo semejante, pero esta vez yo no quiero detenerme, porque las palabras surgen en una embriaguez sin fin, y sé que han caído todas las barreras y se han bajado todas las defensas, y estoy aquí, desvalida y desnuda como nunca lo estuve en el pasado —ni siquiera en el más remoto e íntimo de los pasados jamás contados—...