En relación

  Me tumbo en un banco, escuchando el agua de una fuente, mirando de frente las ramas, viendo cómo se mueven con el aire, como se filtra la luz entre las hojas, y los colores se mezclan y juegan, el celeste se transforma en morado y el blanco se va tornando amarillo, el marrón de las ramas ahora es negro y el verde es maravilloso. También hay pájaros cantando mientras vuelan. Todo el torbellino que me recorría unos momentos antes ha desaparecido, la tristeza, el enfado y la rabia se han transformado en placer, en comprensión, en amor, alimento de vida. El tiempo no existe, me siento ligera, viva, plena, feliz. En este viaje no vengo sola, muchas me acompañan, de algunas conozco la voz, la mirada, su olor, su tacto y hasta sus entrañas, no mucho más. De otras su palabras, sus escritos, encarnados y vivos, llenos, llenas de savia de vida. Me gusta la palabra Shekinah para llamarlas, me resulta familiar. Todas ellas son mi aliento de vida, ese aleteo, esa inspiración para imaginar la vida