Sarah Bernhardt





"Sarah

-Actúo siempre- decía-. En el teatro y fuera del teatro, actúo. Yo soy mi doble.
No se sabía si Sarah Bernhardt era la mejor actriz de la historia o la mayor mentirosa del mundo, o ambas cosas a la vez.
A principios de los años veinte, al cabo de más de medio siglo de monarquía absoluta, ella seguía reinando en los teatros de París y programando giras de nunca acabar. Ya rondaba los ochenta años, estaba tan flaca que ni sombra hacía y los cirujanos le habían cortado una pierna: todo París lo sabía. Pero todo París creía que esa muchacha irresistible, que arrancaba suspiros a su paso, estaba representando estupendamente a una pobre anciana mutilada".

Eduardo Galeano. Espejos. Pp. 260-261.
Editorial Siglo XXI. 

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