Padre nuestro que estás en los cielos
¿por qué estás tan arriba y tan lejos?
Así no vas a oir lo que hacen en tu nombre..
Si lo vieras, sin duda, bajarías corriendo
para decir muy alto: "No es eso; no es eso".

Aquí hay algunas gentes que hacen daño,
dicen que todo es suyo y que el mundo es su reino.
Roban cada mañana el pan de cada día,
y también el agua y la luz, el aire y la tierra,
lo quieren llenar todo de horror y de miseria.

Desde aquí se ve muy poco de tu cielo,
con tanta nube de descuido y de egoismo,
de sálvese quien pueda y como pueda.
No sé quien tendrá que perdonar las deudas,
pero tú, padre, no mires a otro lado.

Ya es hora de que vengas a hacer algo,
pero si no te atrevieras, pues te veo indeciso
díselo a nuestra madre; seguro que ella baja,
se arremanga los mantos como sabe
y pone un poco de orden en casa.

Abrirá las ventanas para que corra el aire,
encenderá las luces, limpiará los rincones,
sacará otra vez el amor de los armarios
y tenderá la ropa que ha lavado
después de preparar el desayuno.

Estoy pensando que, puesta a pedir cosas,
se las pido a mi Madre, que siempre es más seguro.
Y tú, padre nuestro, obedécele a ella,
nos irán mejor las cosas allí arriba y aquí abajo,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.


Ana Mañeru Méndez

Comentarios

  1. inpresionante como revierte una oración tan arraigada en nuestra cultura, la que hay que saber de carrerilla. En vez de luchar contra ella, te pone en otro lugar. Una belleza!
    besos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

De deseo somos (Eduardo Galeano)

La poesía no es un lujo (Audre Lorde)

El flamenco según Paca Aguirre